Los lieder de Schubert

24 abril 2007

Me ha emocionado la grata sorpresa que he recibido: ver el libro en el escaparate de la Librería-Papelería Triángulo; es un orgullo que el libro pueda estar en un escaparate, pero lo es mayor si la tienda está en tu misma calle.

Figuras Schubertianas I: Johann von Herbeck

En el ejemplar de octubre de 2006, nº 53 de la revista The Schubertian que publica el Instituto Schubert del Reino Unido, aparece firmado por Crawford Howie el artículo Herbeck und Schubert. En él da cumplida información sobre la vida de este apóstol schubertiano, artífice importante en el estreno de varias obras de Schubert.
Johann von Herbeck (Viena, 25 de diciembre de 1831–28 de octubre de 1877), compositor y director, fue un autodidacta, pues sólo recibió instrucción musical durante su permanencia entre 1843 a 1847 como niño cantor en el monasterio cisterciense de Heiligenkreuz situado a unos 10 kilómetros de Viena y en 1848 fue alumno de Ludwig Rotter. No hay duda que allí conoció la música de Schubert y se sabe que desde 1850 fue un apasionado schubertiano. También fue un amante de la música de Bruckner, de modo que Herbeck puede ser considerado un eslabón entre ambos músicos.
Estudió filosofía y leyes en la Universidad de Viena, pero abandonó sus estudios. En 1852 es maestro de coro de la iglesia Marie Treu y entre su repertorio se encontraban misas de Rotter, Mozart y, por supuesto, Schubert. También es miembro de la Männergesangverein, sociedad para la que compuso muchas obras. En 1856 es nombrado maestro de coro y se propone aumentar su repertorio con obras corales que languidecían en el magnífico archivo de dicha sociedad, sobre todo las de su amado Schubert.
En 1858 fue invitado como maestro de coro de la importante Sociedad de Amigos de la Música (“Singverein”), ocupando el cargo de director musical en los períodos 1859-1870 y 1875-1877. Fue profesor del Conservatorio de Viena y también Kapellmeister de la Capilla de la Corte y de la Ópera de la Corte.
Escribió cerca de 150 obras corales con o sin acompañamiento, más de 50 lieder, numerosas obras sacras, incluyendo siete misas, música incidental para la escena, tres cuartetos, dos marchas para piano a cuatro manos, cuatro sinfonías y unas variaciones sinfónicas, aunque sus obras no fueron tomadas muy en serio por sus contemporáneos.
En cierta ocasión, a la pregunta de cómo elegir las obras para un programa de concierto, él contestó que “se empieza con algo de Schubert, se sigue con alguna obra de Schubert y para el final se interpreta Schubert”.
Propuso erigir una estatua de Schubert en la ciudad y para ello dirigió algunos conciertos benéficos, como el “especial Schubert” de 19 de marzo de 1865, en cuyo programa figuraban la Sinfonía Grande (D. 944), dos entreactos de Rosamunda (D.797) y varios lieder interpretados por Karoline Bettelheim. La estatua se alza desde el 15 de mayo de 1872 en el Stadtpark de Viena.
Herbeck orquestó diversas obras de Schubert, danzas y coros masculinos sobre todo, y también arregló para coros algunos lieder.
Además de varias obras corales, estrenó en versión de concierto el singspiel Die Verschworenen, D.787 y fragmentos de las óperas Adrast, D.147, Rüdiger, D.791, Fierabras, D.796 y Der Graf von Gleichen.
Si Robert Schumann ocupa un lugar importante entre los schubertianos por su descubrimiento de la Sinfonía nº 9, “La Grande”, Johann von Herbeck debe ocupar el corazón, pues se le debe el descubrimiento y posterior estreno de la inmortal Sinfonía nº 8, “Inacabada”. Dicho evento tuvo lugar el 17 de diciembre de 1865 en el concierto nº 66 de la Sociedad de Amigos de la Música. Herbeck añadió el movimiento final de la Sinfonía nº 3, D.200 a los dos consabidos movimientos de la Inacabada. La segunda vez que fue interpretada la sinfonía, el 4 de noviembre de 1866, Herbeck la interpretó con los dos únicos movimientos.
Es particularmente curioso que en su última aparición como director fue el domingo 21 de octubre de 1877 en la capilla de la Corte interpretara la Misa nº 6, D.950. Una semana después falleció. Como homenaje a tan gran devoción por Schubert, sus restos mortales fueron recibidos en la puerta del Cementerio Central por el padre Hermann, que no era otro que Antón Eduard Schubert, hermanastro de Franz Schubert.
En 1899, la Sociedad de Amigos de la Música instauró la Medalla Herbeck, concediendo dicho galardón a los miembros que han prestado sevicios a dicha institución durante 25 años.

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